Este post de alguna manera refleja mi propia experiencia y suelo responder a mis alumnos de una manera muy concreta. Es obvio, que los únicos desprovistos de ese malestar en la boca del estómago cuando nos vamos a enfrentar a una prueba son aquellos que ya saben que van a suspender el examen, debido en la gran mayoría de los casos a una falta real de preparación.
Todos, absolutamente todos, padecemos este mal queramos o no. Recuerdo que ya siendo talludito decidí empezar a certificarme en el British Council y empecé con el FCE. A pesar de tener un nivel aceptable del idioma decidí prepararlo de una manera sistemática incluyendo estudiar, ver películas en el idioma original (primero con subtítulos en español, despues con subtítulos en inglés y finalmente sin subtítulos) y ver los informativos de televisión por cable ya fuera de CNN o de FOX (los espacios informativos internacionales más conocidos en España). Durante dos meses me preparé intensivamente y llegó el día del examen. No sólo fueron los nervios sino que todos los que se presentaban eran adolescentes conmigo solamente como excepción. Los nervios me cubrían todo el cuerpo, más aún cuando coincidí con varios de mis alumnos de cuarto de la ESO. No pasó nada, pero durante unos dos minutos el pánico recorrió mi cuerpo, me relajé y evalué que había estudiado de firme para el examen. Éste fue aprobado sin problemas. Lo más curioso es que ninguno de mis alumnos aprobó pero yo aprobé sin demasiadas dificultades.¿Qué pasó?.
No pasó nada, como intento hacer comprender a mis alumnos y les insisto, disfrutad de vuestros dos minutos de pánico, ya lo conocéis, pero al fin y al cabo debéis comprender que si habéis preparado el examen es más difícil suspender que aprobar. Respirad profundo y manos a la obra. En cualquier caso ahí os dejo unos consejos básicos que no por conocidos deja de ser conveniente recordar:
–No hagais esfuerzo desmedido el día anterior al examen. Y menos aún la noche anterior, provocará que lleguéis agotados a la prueba
–Ni comidas copiosas, ni café en exceso, debemos llegar y mantener los días anteriores al examen una vida ordenada que incluye la alimentación.
–Aunque no hace falta decirlo huid de los estimulantes artificiales, es garantizar el fracaso. El mejor estimulante es la convicción propia de que hemos preparado el examen suficientemente.
–Si el miedo te atenaza respira, si conoces la técnica usa la respiración diafragmática, te ayudará de una manera increible a recuperar la tranquilidad
–Lee con atención el examen y responde primero a las cuestiones en las que más se ajusten conocimientos/puntos/tiempo.
–Si te gusta el deporte realiza ejercicio moderado el día anterior, oxigena el tejodo cerebral y libera tensiones.
–Llegar exactamente a la hora del examen, ni demasiado pronto lo que puede jugar a favor de los nervios ni demasiado tarde, lo cualdispararía los efectos de la ansiedad.
–No hablar con los demás sobre el examen. Los nervios surgen de la inseguridad que tenemos respecto de los temas y la incertidumbre de lo que nos puede tocar en el examen. Si hablamos con otras personas sobre el examen, puede ser que nos recuerden algo que no estudiamos, o algo que interpretamos de forma distinta. A esa altura, que nos refresquen un concepto o que nos agreguen algo de información respecto de un tema no es problema y hasta puede ser útil, pero que nos contradigan en un concepto importante o que nos recuerden que olvidamos algo por completo, sólo hará que nuestra inseguridad se acreciente y aparezca el miedo. Todos sabemos lo malo que es el miedo: hace que hagamos cualquier cosa por desesperación.
-Pensar en positivo. Es vital para poder llevar para enfrentarse a cada pregunta del examen. Si confiamos en que todo va a salir bien, pero lo creemos realmente en nuestro interior, los nervios van a desaparecer. Hay que tener seguridad y confianza en el esfuerzo que hemos hecho los últimos días o semanas que pasamos estudiando.
¡BUENA SUERTE A TOD@S!